سبتمبر 18, 2024

“Para Assad era muy simple : yo o el caos”

Al Asad or CheosENTREVISTA CON HAYTHAM MANNA

 30 de abril de 2014 (Por Leonardo Plasencia para DERF)  Hora: 16:37

Reconocido militante de los Derechos Humanos, Haytham Manna, es el presidente del Comité de Coordinación Nacional por el Cambio Democrático (CNNCD), un órgano de la oposición siria

Médico, abogado y antropólogo, comenzó su formación en la Universidad de Damasco, en Siria, para continuar sus estudios en la Sorbona de París. Originario de Daraa, primera ciudad en sublevarse, Manna es el autor de más de cuarenta libros sobre política en el mundo árabo-musulmán. Socialista, laico y autoproclamado demócrata, rechaza la intervención extranjera en Siria y considera que la utilización de la fuerza no hará más que aumentar las tensiones y las divisiones en su país. No obstante, decidió boicotear la conferencia de paz Ginebra II por considerar que entre los invitados no se encontraban representadas todas las fuerzas de la oposición.

“No se puede ganar militarmente. Ganar militarmente significa la venganza, significa la liquidación del otro, significa la división profunda de la sociedad en dos”, declaró Manna en una entrevista concedida a este medio, en París, una de sus ciudades de residencia. Con voz apacible pero discurso enérgico, Haytham accusa a las petromonarquías del Golfo de apoyar a los movimientos jihadistas y de obstaculizar la construcción democrática en el mundo árabe. El crée que la negociación política es el único recurso válido para resolver la crisis pero critica a la Coalición Nacional Siria, principal órgano de oposición apoyado por Occidente, al que considera la aglomeración de la derecha siria, “la Coalición representa la derecha, por un lado la derecha neoliberal, y por el otro la derecha islamista”. Considera que la prioridad no radica en pensar quién va a ocupar el sillón del presidente sino en construir instituciones democráticas, “Nosotros queremos una democracia de instituciones antes de contar con una democracia formal de elecciones”. Manna admira los valores democráticos y laicos del modelo europeo pero acusa a Francia y a Occidente de dar la espalda a las fuerzas políticas emancipadoras que se extienden a lo largo y a lo ancho del mundo arabo-musulmán.

El ministro de Relaciones Exteriores de Siria, Walid al-Muallem, declaró recientemente que hay combatientes de 83 países en suelo sirio. ¿Es Siria hoy el equivalente de la Afganistán de los años 80, es decir, el punto de encuentro de jihadistas de todo el mundo?
– Siria ya ha superado a Afganistán, tenemos una cantidad mucho más elevada de jihadistas en Siria que en la Afganistán de los ’80. Nosotros estimamos el número de combatientes-no-sirios en una cifra superior a los cincuenta mil. Gran parte provienen de países como Tunez y Arabia Saudita, después hay nacionalidades menos presentes, como la francesa, con unos quinientos combatientes.

¿Cuál es la situación humanitaria actual?
– En estos momentos hay ocho millones de personas en Siria que no tienen absolutamente nada […] en las regiones menos controladas se impuso la ley de “cada uno por su cuenta”, [la gente] entra en casas que fueron abandonadas por sus propietarios y se instalan hasta cinco familias, no tienen otra opción… no podemos condenar a quiénes irrumpen en casas ajenas. Por ejemplo, la casa de mi padre esta ocupada por cuatro familias. Como mi padre falleció, y las personas lo sabían, la gente rompió la puerta y se instaló. Más tarde, el marido de mi hermana se hizo presente y les dijo : “vamos a reparar la puerta y les vamos a permitir quedarse tranquilamente, no les vamos a cobrar alquiler porque no tienen nada, pero traten la casa apropiadamente hasta el día en que puedan volver a sus hogares”. ¡Es tan triste! Más aún cuando hay una instrumentalización política hacia algunos países que reciben refugiados sirios. Por ejemplo, los libaneses pagan el precio de una política que no depende del Líbano, como la intervención de Hezbollah en Syria. Entonces, los libaneses acojen [un número equivalente a] un tercio de la población libanesa. ¿Cuánta ayuda ha dado la comunidad internacional al Líbano? Mucho menos que a países como Jordania, que tiene un número mucho más bajo de refugiados.

¿La ayuda internacional depende de los vínculos políticos que esos países poseen con las potencias occidentales?
– Exactamente. Porque ellos quieren dar una buena imagen de los refugiados que se encuentran en los países “Amigos del pueblo sirio” [1], pero cuando los sirios huyen a un país que no pertenece a ese grupo… a nadie le importa.
Han pasado tres años de enfrentamientos, ciudades destruídas, diez millones de desplazados y más de dos millones de refugiados en los países fronterizos. La crisis ha tomado dimensiones inimaginables. ¿Quién es el responsable de que el conflicto se extendiera tanto tiempo?
– Yo creo que la idea de que Bashar al-Assad y su partido [Baath] debían abandonar el poder era tan fuerte en 2011 que la gente no podía imaginar que el régimen continúe. Sin embargo [en el campo de batalla] los recursos eran insuficientes para derrotar al régimen. Y al mismo tiempo, el régimen posee su cuota de, no diría “popularidad” sino, “apoyo”, de parte de su entorno.

En lo que respecta a la población general, ¿con qué margen de apoyo cuenta el Gobierno?
– Antes de su primer discurso [2] su situación [de Bashar al-Assad] no era tan mala desde el punto de vista de la popularidad. La gente se decía que [el présidente egipcio, Hosni] Mubarak estaba en el poder desde hace tres décadas, Ben Alí en Tunez [se mantuvo] 17 años, entonces ¿Bashar? Podemos soportarlo. Es eso lo que mucha gente se decía, “podemos soportarlo”, pero eso sí, sin su entorno, heredado de su padre [Hafiz al-Assad]. En lo que respecta al movimiento popular había dos grupos, los que decían “reformas” y los que decían “cambio radical”…

¿Deshacerse de Bashar al-Assad?
– Radical. Es decir, deshacerse de todo el sistema autoritario construído entorno a la familia Assad, y él es el símbolo. Antes de la militarización [de la oposición] Bashar pronuncia ese discurso al límite de la esquizofrenia, porque el considera todo como un complot negando así la existencia de un movimiento popular. Todos sentimos [en ese momento] que había perdido las capacidad de ver la realidad. Al-Jazeera me llamó para que exprese mi opinión sobre el discurso. Apenas terminó el discurso recibo el llamado de [la periodista Eman] Ayad, y le respondo : “esperá que todavía no terminó” ; y ella me dice : “pero sí, ya terminó”. Yo estaba tan sorprendido de que eso fuera todo, porque no había propuesto absolutamente nada. No entendió lo que estaba sucediendo en el país. Es en ese momento que perdió mucho [apoyo popular], porque la gente se dijo que él no era lo suficientemente capaz para entender lo que ocurría y para poder emprender un proceso de cambio. Todos los problemas [para el Gobierno] comenzaron ahí, ese fue el momento en que el régimen perdía popularidad mientras la oposición ganaba terreno gracias a un discurso multiconfesional y profundamente laico. Los primeros cuatro meses no hubo ni un sólo slogan del tipo “Allahou Akbar” [Allah es grande]. ¡No había nada de eso!

¿En los primeros meses era un movimiento civil y laico?
– Un movimiento civil en el sentido universal del término, sin ninguna interpretación local. La gente decía : “No al salafismo, no a Los Hermanos Musulmanes, si a un gobierno civil”. Es así que comenzamos a ganar terreno.

Sin embargo, todo indica que hoy son los extremistas y los islamistas quiénes están a la cabeza del movimiento anti-Assad. ¿Es realmente así?
– Ellos [los regímenes autoritarios de la región] sintieron que si Siria tuviera un gobierno democrático, eso podría ser un problema para ellos. Jordania no podría mantenerse mucho tiempo con un rey que monopoliza los tres poderes. Las monarquías del Golfo estarían forzadas también a rever sus modelos. Es por eso que [desde el comienzo] han dado un apoyo mediático muy importante a la minoría islámica existente en la oposición, sobretodo en el mes de Ramadán, en agosto del 2011. Me acuerdo perfectamente, el 17 de agosto, al-Jazeera invitó a ocho sirios para discutir sobre el conflicto, y los ocho eran islamistas, [miembros] de Los Hermanos Musulmanes o no, pero todos islamistas, ¡ni un solo laico! Ahí entendimos que los medios de los países del Golfo [3] habían elegido su bando, “los islamistas de la oposición del exterior”, es decir, gente que no vive en Siria y que no tiene ningún apoyo popular. Ellos son los más duros frente al régimen cuando se trata de slogans pero no cuando se habla de desarrollar un programa [de reformas].

Consultado recientemente sobre la cobertura mediática de “La Primavera Arabe”, usted dijo que al-Jazeera no había sido “honesta”. ¿Opina usted lo mismo con respecto a la cobertura del conflicto sirio?
– Escuche. Yo pienso que al-Jazeera comenzó a caer en la ideologización a partir de la llegada del director general ligado a Los Hermanos Musulmanes, Wadah Khanfar, un palestino de Hamas [4]. El expulsó varias figuar importantes de al-Jazeera que eran de confesión cristiana y shiita. Desde su llegada en 2004 comenzó a despedir a los no-sunitas. Solamente en el último año doce personas han abandonado [la cadena]. Creo que la dominación de Los Hermanos Musulmanes sobre al-Jazeera jugó un rol importante en la disminución de su popularidad. Desde su creación, hace unos quince años, aún antes de la “intervención” de Los Hermanos Musulmanes, los laicos no han tenido más de diez por ciento de tiempo de aire. Por otra parte, no invitan nunca a aquellos que tienen cosas que decir sobre cuestiones tan importantes como la necesidad de reformas en Arabia Saudita.

Arabia Saudita es un actor ineludible en la geopolítica del mundo arabo-musulmán…
– Si, y yo soy censurado en todos los medios pro-saudíes. ¿Por qué? Por que escribí cuatro libros en favor de la oposición democrática de Arabia Saudita. Cuando yo publiqué el libro, La Primavera de Arabia Saudita, fui prohibido inmediátamente de al-Arabiya [canal saudí]. O cierro los ojos o estoy excluído del sistema mediático y del dinero saudí. Hasta los cristianos que trabajan en Arabia Saudita guardan silencio sobre lo que ocurre ahí. Los miembros de la Coalición Nacional Siria y del Consejo Nacional Sirio hicieron una publicidad en el diario saudí al-Hayat para agradecer al rey, al vice rey y al ministro del interior. ¡Imagínese usted! La Coalición y el Consejo piden por democracia en Siria mientras cosechan estrechas relaciones con Arabia Saudita. ¡¿Cómo se puede entender eso?! Lo mismo pasa con Occidente. [El embajador francés por Siria, Eric] Chevallier es un aliado de Arabia Saudita pero no de los demócratas saudíes ni de los demócratas sirios.

En una entrevista, en noviembre último, usted calificó la sublevación contra Ben Alí en Tunez como un “movimiento civil popular”. ¿Cómo califica a la oposición en Siria?
– Hoy en el terreno, hay una mayoría de islamistas, no hay ninguna duda al respecto. Todo lo que dicen sobre “the Free Army it’s beautifil” es solamente para el placer de Chevallier y de [el ministro francés de relaciones exteriores, Laurent] Fabius. Los islamistas combaten conta el régimen pero también entre ellos mismos. Los que tienen poder en el terreno [de batalla] no son los laicos. Los laicos de la Coalición quieren hacer creer que tienen poder, dicen que tienen 185 mil combatientes, pero no tienen ni siquiera 30 mil, mientras que los islamistas tienen más de 100 mil, entre sirios y extranjeros. Vemos hoy que son ellos, los islamistas, los que controlan todo lo relacionado a la iniciativa militar de la oposición.

Eso explica por qué la Casa Blanca no quiere ofrecer armas pesadas a la oposición…
– Sí, sí, sí. Aún cuando esos grupos, o algunos de ellos, mantienen hoy un perfil bajo frente a Estados Unidos, podrían facilmente cambiar de táctica y golpear la embajada americana en Beirut en cualquier momento.

Entonces, en el terreno hay una fuerte presencia de los sectores más radicales de la oposición siria. ¿Cómo se encuentra hoy la oposición en el plano político?
– La oposición política está muy fragmentada. Nosotros [el CCNCD] hemos logrado mantener nuestra unidad durante estos tres años. Tenemos doce partidos políticos. Tenemos comunistas, socialistas, nacionalistas árabes, aquellos que llamamos “musulmanes laicos”, y tenemos también liberales. Por ejemplo, en la dirección de la sección extranjera, estoy yo como presidente ; tengo un vice presidente alauita, es decir, de la escuela shiita ; un vice presidente kurdo y un secretario general cristiano. Esto no fue elegido por cupos sino por elecciones. Se dio así. Tenemos de todo. En nuestra estructura tenemos cuarenta por ciento de minorías, más que el porcentaje nacional. ¿Por qué? Porque representamos la izquierda y el centro democrático laico. Estos sectores son muy diversos desde el punto de vista étnico y confesional. Nosotros no hacemos distinciones, somos todos ciudadanos. El problema comienza con la Coalición [Nacional Siria], porque la Coalición representa la derecha, por un lado la derecha neoliberal, y por el otro la derecha islamista.

¿Hay alguna posibilidad de acercamiento entre la Coalición Nacional y el Comité que usted preside?
– La corriente liberal podría ganar terreno si lograra hacer cohabitar las ideas originales del liberalismo europeo con un programa social. De lo contrario, no podemos adherir a un programa liberal en un país como el nuestro, que sufre de problemas que nos obligan a pensar con mayor énfasis en los derechos socio-económicos. Aquellos que defienden los derechos sociales son la gente de izquierda. Es por ello que nosotros somos tan respetados entre los sectores marginales y los más pobres. Ellos dicen : “Esa gente habla de justicia social, de derechos fundamentales, del derecho a la educación y a la salud gratuitas”. Es muy raro que los islamistas hablen de estas cuestiones y casi imposible que lo hagan los liberales de derecha. Es por eso que nosotros decimos que las potencias occidentales apoyan a la derecha siria.
A pedido de Estados Unidos, Irán fue desinvitada por la ONU para las negociaciones de Ginebra II, que se desarrollaron en enero último. Usted dijo recientemente que : “los cambios que hemos visto en Teherán nos ha acercado aún más a los iraníes”. ¿Cuáles son esos cambios y cuál es su posición en cuanto al rol que debe jugar Irán en la crisis siria?

– A ver. Cuando se habla de Siria, hay que tener en cuenta la alianza que existe entre el régimen sirio e Irán desde Jamenei en los años 70. Irán tiene una importante relación económica con Siria. Por ejemplo, ha apoyado económicamente a Bashar, sobretodo en los primeros años [de la crisis], 2011 y 2012. En esa época el valor de la libra siria corría un fuerte riesgo de devaluación, [lo que habría significado] el caos económico. Eso es mucho más importante que la presencia o no de Hezbollah. Imagínese usted que la moneda siria caiga como ocurrió en el Líbano. En una situación de guerra civil, de destrucción cotidiana de la infraestructura, ¿cómo hace un Estado para continuar? Es por eso que nosotros creemos que debemos dialogar con los iraníes, y también con los rusos. El régimen no se mantiene en pie solamente gracias a su propia fuerza sino también gracias a ellos. ¡Es así! Esta actitud de Irán [de ayudar a evitar el colapso económico] nos dio la posibilidad de ver a ese país como un interlocutor válido. Uno puede cambiar su esposa… pero no puede cambiar su vecino. Debemos pensar en el futuro y para ello hay que entender que la relación que Siria debe entablar con países como Irán o Turquía van más allá de Ahmadineyad o Erdogan.

Entonces, ¿su posición de incorporar a Irán en las negociaciones internacionales sobre la crisis siria no significa que usted comparta su ideología política?
– ¡No, no, no! Tenemos dos visiones diferentes. Mis amigos iraníes son demócratas. Pero acá estamos hablando de un problema de geopolítica regional. No se puede romper [las relaciones] con un [país] vecino porque no es democrático. Si fuera así deberíamos romper todas las relaciones con Jordania y los países del Golfo. Necesitamos tener buenas relaciones con nuestros vecinos sea cual sea la naturaleza de sus regímenes políticos […] no podemos cerrar nuestras fronteras a nuestros países vecinos. Por esta razón es que queremos decir a los países vecinos : “nosotros no estamos en guerra contra ustedes, nuestro conflicto es con Assad, que ha perdido el derecho a vivir después de todo lo que ha hecho en materia de corrupción y despotismo, entonces, ¿por qué lo apoyan ustedes? ¿Por qué no hacen un esfuerzo para lograr un compromiso serio con miras a una transición política pacífica en Siria?”

¿Esa transición, debe ser con o sin Bashar al-Assad?
– Con la fuerza militar con que tiene su ejército en este momento, la salida [inmediata] de Assad no puede ser impuesta como condición sine qua non. La Declaración de los Derechos Humanos y de los Ciudadanos, en Francia, fue pronunciada antas de la partida del rey [Louis XVI]. Estaba todavía el rey y Marie Antoinette. Se puede hacer muchas cosas en un período de transición. Lo que me interesa a mí es el poder de Assad y no la persona de Assad. Si los poderes son transferidos a un gobierno de unidad nacional, ¿por qué no [permitirle] quedarse un tiempo más? Podríamos soportarlo (sic) unos tres, tal vez seis meses más. De esta manera podríamos hacer lo que llamamos “un ahorro de violencia”, porque su ejército es, al día de hoy, la primera potencia militar del país.
En su obra, La Psicología de las Masas, el sociólogo francés Gustave Le Bon dice que las masas son eficientes para destruir un sistema o derrocar un gobierno pero para la reconstrucción son necesarias las élites intelectuales. ¿Existe hoy en Siria un grupo de intelectuales lo suficientemente conciliador para organizar el descontento de la “masa siria” con el fin de reconstruir el país?
– No, no, no existe. Pero habrá seguramente un programa común que abra el camino para ese objetivo. Un proyecto democrático no puede estar basado sobre la unanimidad en el conjunto de temas económicos, sociales y políticos. Debe estar basado en la “construcción democrática”. La construcción democrática no es las elecciones, es las instituciones. Teniendo instituciones independientes de los tres poderes, es ahí cuándo las cosas cambian.

¿El llamado a elecciones para un nuevo Gobierno no es una prioridad?
– No. Nosotros queremos una democracia de instituciones antes de contar con una democracia formal de elecciones. Porque las elecciones es una cuestión técnica pero no es “la” democracia. Si usted no cuenta con un aparato jurídico para controlar seriamente las elecciones y que sea capaz de juzgar a aquellos que han cometido faltas graves, ¿cómo puede usted decir que ha ganado las elecciones con el 51% de los votos? Para consolidar la democracia lo más importante es reformar las instituciones.

El 15 de marzo se cumplió el tercer aniversario del conflicto, ¿cuál es el balance que hace usted de la crisis siria?
– Hemos perdido mucho más de lo que hemos ganado. Nosotros [la oposición] somos responsables de buenas parte de esas pérdidas. Bashar al-Assad, ya sabíamos quién era, pero nosotros que sí estamos interesados en [el bienestar de] la población, nosotros que queremos construir un país a la altura de nuestro siglo, no tenemos el derecho de seguir la política de caos que ha elegido Bashar. Para Assad era muy simple : yo o el caos.

¿ Cuál es el próximo paso para avanzar en las negociaciones?
– Reagrupar la oposición, sobretodo la oposición democrática. Necesitamos consolidar una gran Frente de oposición para no solamente luchar contre el poder [del Gobierno] sino también para aumentar el grado de independencia de nuestra posición. Porque la oposición reconocida por Occidente es una “oposición bajo tutela”.

Usted se opone a la utilización de la fuerza militar para derrocar al Gobierno de Bashar al-Assad. La solución política, ¿es la única vía posible?
– No se puede ganar militarmente. Ganar militarmente significa la venganza, significa la liquidación del otro, significa la división profunda de la sociedad en dos… de manera definitiva, lo que implicaría un peligro para la unidad del país. Nadie tiene el derecho de decir “yo puedo ganar la guerra”.
Más aún cuando la Primavera Arabe no ha abierto las puertas para un proceso de democratización de los gobiernos de la región.

¿Cómo es posible que el mundo árabe no sea capaz de seguir los pasos de América Latina y Europa del Este hacia la construcción de un sistema más igualitario y democrático?
– Lo vamos a lograr. Pero en el mundo árabe tenemos un problema fundamental : el dinero político combinado con el extremismo religioso. Los países ricos petroleros del Golfo invierten dinero [para apoyar movimientos políticos] … y lo invierten siempre en el lado equivocado…

¿ Cuál es el lado equivocado?
– Los islamistas, los conservadores y… los dictadores. El fundamentalismo islámico, es decir los movimientos jihadistas, son un gran problema en el mundo arabe. Los extremistas, que han sido apoyados [desde los años 80 en Afganistán] por Estados Unidos y Arabia Saudita, se han transformado hoy en una suerte de “burguesía jihadista”. Las cosas por su nombre, ellos no son gente pobre, tienen mucho dinero. Son lo que yo llamo “Multinational Sources Organisations”. Reciben dinero de Kuwait, Qatar, Arabia Saudita, etc. Ellos [los grupos extremistas] han utilizado este dinero para llevar a cabo todo lo que hemos visto en Siria, que no es otra cosa que una “confesionalización del conflicto” y una violencia ciega. Desde que esas personas coparon el terreno la única palabra ausente es : democracia. Ellos atacan a las organizaciones de los derechos humanos y a los demócratas a quiénes acusan de ser “agentes del extranjero”. Nosotros somos los agentes del extranjero porque hablamos de la construcción de un sistema democrático. Esos dos problemas, el mal del dinero y el mal de la ideología extremista son los dos grandes enemigos de la democracia en el mundo arabe.-
El juego político en Siria se encuentra desvirtuado tras cuarenta años de dictadura. Los organos de oposición se encuentran en una lucha salvaje por la legitimidad frente a la comunidad internacional y la población en general. Tanto los opositores en el interior del país como la llamada “oposición en exilio” emplean toda suerte de estratagema para obtener el apoyo necesario para enfrentar al régimen de Assad. Es en este contexto que Haytham Manna, laico y demócrata, buscó el apoyo en Irán con el objetivo de sumar peso frente a la Coalición Nacional Siria, la cual goza de la bendición de las potencias occidentales. Así las cosas, sus detractores no le han perdonado su estrategia teniendo en cuenta la alianza política y económica entre Teherán y Bashar al-Assad. Esta lucha feroz por la legitimidad y la consecuente guerra interna en el seno de las diferentes ramas de la oposición se transforma así en la principal debilidad de las fuerzas anti-Assad y el mayor argumento del presidente sirio para afirmarse cada vez más en el poder.

Notas
[1] La Conferencia Internacional de los Amigos del Pueblo Sirio (en inglés The Group of Friends of the Syrian People) es un grupo integrado sobretodo por países considerados cercanos a la política occidental. Estos países se juntan periódicamente con el fin de discutir la crisis siria para encontrar una solución al conflicto armado.
[2] El 15 de marzo del 2011, el pueblo sirio sale a las calles para manifestarse contra el régimen de Bashar al-Assad. El 30 de marzo, en Damasco, Assad pronuncia su primer discurso minimizando los causas de las manifestaciones y afirmando que la contestación en las calles no es otra cosa que una estratagema de Estados Unidos e Israel para derrocar al gobierno sirio.
[3] La cadena arabe al-Jazeera tiene su sede en Qatar, una petromonarquía aliada de Estados Unidos.
[4] Wadah Khanfar abandonó su puesto de director general de Aljazeera el 20 de septiembre del 2011. Fue remplazado por un alto mando de la industria gasífera qatarí, el sheik Hamad Ben Jassem al-Thani, miembro de la familia reinante. Sus detractores manifestaron preocupación por una creciente influencia de Los Hermanos Musulmanes en el interior de la sala de redacción dónde laicos, liberales y religiosos convivían de manera armoniosa.